Dios siempre ha considerado que es en el hogar o en la familia, donde su nombre ha de perpetuarse en cada generación de los que le aman y desean ser participantes en su reino. Así a lo largo de la historia de Dios en el Antiguo y Nuevo testamentos leemos de familias que fueron distinguidas, que obedecieron los preceptos, mandatos e instrucciones de Dios.

Adán y Eva al perder a su hijo Abel por haber sido asesinado por su hermano Caín, dice el relato, tuvieron un hijo al cual le pusieron Set, a imagen y semejanza del padre, fue el consuelo del matrimonio y por los descendientes de set vendría el prometido Mesías Salvador. Adán y Eva tuvieron otros hijos y otras hijas, una familia distinguida y amada por Dios. Noé era un hombre justo y honrado entre su pueblo. Siempre anduvo fielmente con Dios. Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet, los tres tenían su respectiva esposa. Entre todos construyeron el arca obedeciendo las instrucciones de Dios. El Señor le dijo a Noé: “entra en el arca con toda tu familia, porque tú eres el único hombre justo que he encontrado en esta generación.” De esta familia vinieron todos los linajes de la tierra, con su descendencia poblaron toda la tierra. El Señor bendijo a esta familia porque era distinguida. Abram el padre de la fe, junto con su esposa Saraí hallaron gracia delante de Dios y a él le habló en una visión y le dijo: “No temas, Abraham. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa…Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así será tu descendencia!” Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció como justo. La promesa se cumplió por medio de su hijo Isaac, aunque su esposa era estéril y entrada en muchos años. Dios cambió el nombre de Abram a Abraham, padre de multitudes. Una familia también muy distinguida. En ella todas las familias han sido bendecidas, porque de ellos vendría el Cristo, el Salvador.

Tú y tu familia pueden ser también objeto de distinción para Dios. ¿Qué tenemos que hacer para recibir tal distinción y ser bendecidos?

  • 1) Creer en las promesas de Dios.
  • 2) Obedecerle.
  • 3) Vivir en armonía en el hogar.
  • 4) Perpetuar su nombre en los hijos y en los hijos de nuestros hijos.
  • 5) Ser apoyo y participante en el extendimiento de su reino por medio de la obra de Jesucristo.
  • 6) Permitir al Espíritu Santo en guiarnos para hacer la obra del Señor.
  • 7) Amar su Palabra y practicarla.

Si cada familia hacemos esto, seremos familias felices, prósperas y bendecidas en todo y la iglesia lo será también.

Lee Génesis 15:1-6