Consideremos ambos asuntos: PRIMERAMENTE, lo que respecta a nuestra vida futura, nuestros planes a realizar en este año y en los años que siguen si Dios nos permite vivir.

Con respecto a las metas necesitamos que Dios nos ayude por medio de su Espíritu a discernir lo que es su voluntad: ya sea en los estudios, la profesión, el negocio, el trabajo, relación amorosa, matrimonio, cambio de ciudad o de país y otros deseos los cuales son importante a realizarlos. “Porque por fe andamos no por vista” (2a. Corintios 5:7). Yo espero y lo deseo sinceramente que esas metas las realices, necesitarás esa fe como garantía, considerando la voluntad del Señor como la última palabra. Y con todo aplomo y decisión nos lanzamos a esa aventura de fe, sabiendo que podemos lograrlo con la ayuda y la dirección del Espíritu Santo, porque la fe tiene relación con la esperanza. No es la esperanza que mira hacia adelante con un anhelo ansioso; es la esperanza que enfrenta el futuro con absoluta certeza. No es la esperanza que se refugia en un quizás, sino que se funda en una convicción. Esto es la garantía de la fe, “Porque sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).

La fe es nuestra garantía de que sí es posible lograr lo que nos proponemos realizar, porque confiamos en la promesa de Dios. La fe genuina se basa en la promesa de Dios, no en el deseo del que cree. “La certeza de lo que no se ve”. La fe trata con cosas que pertenecen al futuro y las hace parte de nuestro presente.

Continúa…

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