En la Biblia encontramos algunos personajes que experimentaron depresión y desánimo por diferentes circunstancias; en el Libro de los Salmos los escritores dan libre expresión a esos sentimientos negativos. Por ejemplo, el salmista Asaf en el Salmo 73 que él escribió reconoce este problema, cuando dice: “En verdad, ¡cuan bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón! Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de todo; no les afectan los Infortunios humanos, por eso lucen su orgullo como un collar . . .  (1-6a).

Además de lo que ya ha dicho, señala aún más lo negativo de esas personas los cuales son: “violentos, maliciosos, mal intencionados, burlones, hablan con doblez, arrogantes, opresores, maldicen al cielo, no creen en Dios”(6-11).

El salmista Asaf desilusionado, desanimado y con depresión, su fe es puesta a prueba. Cuando nos enojamos y nos inconformamos por nuestras circunstancias a veces cargamos la culpa a otros. Hay personas que se enojan con Dios, son tentados de alejarse del Señor; es necesario ir a Dios en oración y buscar su ayuda para descansar en Él.

Jesús en la cruz se sintió abandonado y expresó: “Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?” (Mateo 27:46). Más tarde Jesús fue capaz de entregar su Espíritu en las manos amorosas de su Padre diciendo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23:46).

Sin importar cuán triste nos sintamos; sin importar cuán espesa sea la niebla por la que estamos pasando, sí podemos confiar a nuestro Dios y Padre celestial nuestra vida, nuestras emociones afectadas y nuestros conflictos. En su presencia podemos encontrar el consuelo que necesitamos.

Lee Salmo 73:23-28