Les recuerdo y enfatizo; Jesús en diferentes ocasiones se sintió triste por sus amigos porque los dejaría, sabía que ellos iban a sufrir por él en su muerte, su crucifixión. Estando Jesús en agonía se puso preocupado por el sufrimiento de su madre María quien estaba con otras mujeres al pie de la cruz, Jesús la encargó a su amigo Juan para que la cuidara como a su propia madre, Juan la aceptó y la abrazó, María, las otras mujeres que lo amaban y Juan su discípulo amado sufrieron por él. Jesús murió como ha sucedido y sucede con todo ser humano. “Vivió hasta despedirse”.

Lo mismo sucederá con nosotros, ¿has pensado en eso? Ahora vivimos con optimismo y eso es magnífico, porque continuamos disfrutando a la familia, a los familiares, a hermanos en Cristo, amigos que nos aman y amamos, hasta que llegue el día cuando nos despidamos para siempre de ellos, dejaremos este mundo, hasta que un día volvamos a verlos en el paraíso, la ciudad celestial de nuestro buen Dios y Señor. Ahí en ese hermoso lugar encontraremos a un buen número de conocidos, padres, esposo, esposa, hermanos y amigos que se ya se fueron los cuales están viviendo felizmente. “Vivamos hasta despedirnos”.

Ante el inminente suceso, ¿cómo debemos vivir y aprovechar nuestros días, nuestro tiempo de existencia? Alguien dijo: con circunspección, es decir con mucho cuidado porque los días son malos y el ambiente igual de malo. Sirvamos al Señor en todo lo que sea posible. Consagrando nuestra vida a Él.

Lee Juan 16:17-33