Mientras Jesús estaba con ellos no podían llevarlo a todas partes y estar en el mismo momento con todos sus seguidores, siempre tendrían que despedirse. Mientras tuviera vida física no podía llegar a la mente, el corazón, la conciencia de la gente del mundo entero, porque estaba confinado por las limitaciones humanas del espacio y tiempo como nosotros lo estamos.
Por el contrario, estando él en el Espíritu no existen limitaciones, está en ti, en mi y cada seguidor suyo donde quiera que se encuentre. Donde quiera que vayamos, el Espíritu de Cristo Jesús nos acompaña. La promesa se cumpliría: “He aquí yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Evangelio de Mateo 28:20).
Si tú no tienes a Cristo Jesús en tu ser, en tu vida interna, invítalo, él vendrá a ti, su Espíritu estará en ti, a donde tú vayas él irá, en tus problemas, enfermedades estará contigo para consolarte. Cuando tú hables con alguien que está en una situación difícil o sensible a los asuntos espirituales el Espíritu Santo lo convencerá de pecado, de justicia y de juicio.
De pecado porque no han creído en Él, de justicia por cuanto voy al Padre y ustedes no podrán verme (su justicia pagando el precio de nuestra salvación) y de juicio porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado (Juan 16:8-11). Esa persona cuando la invites a recibir a Cristo como su único Salvador tomara la decisión y tú te sentirás muy feliz.
Continúa…
Lee Juan 16:7-16