“Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra”

Salmo 119:67 (NVI)

Esta expresión del salmista muestra que Dios envía aflicción para ayudarnos a reconocer nuestra desobediencia, apartarnos de Él, o por pecar y no arrepentirnos. También envía la aflicción para  regresar a su palabra, la cual nos exhortará a volver a tomar su camino. A veces son nuestras circunstancias que nos afectan. Otras muy difíciles, son enviadas por el enemigo de Dios y enemigo de nosotros, el demonio. ¿Hay  respuestas  sobre este asunto? Sinceramente sí; desde el punto de vista de la Biblia hay respuestas y son beneficiosas cuando experimentemos el sufrimiento en cualquier forma que nos llega.

LA AFLICCIÓN TERMINA CON LA VANIDAD DE LA VIDA Y NOS HACE MÁS RESPONSABLES

Una persona frívola, le es fácil hacer el mal o pecar.  Una persona frívola es inconsecuente, vacía, mundana, superficial. La aflicción o el sufrimiento termina con esas actitudes. La aflicción a todos nos hace ser más formales, mesurados, responsables, valoramos mejor a la familia, al prójimo y a Dios. Porque nuestra mente está más acorde con la seriedad de nuestra relación con Dios. Debemos ser más sabios, y prudentes, no esperar que llegue la aflicción para  cambiar de actitud. “Dirigiéndose David (el rey) a todos sus oficiales”, dijo: —Si el hijo de mis entrañas intenta quitarme la vida, ¡qué no puedo esperar de este hombre benjaminita! Déjenlo que me maldiga, pues el Señor se lo ha mandado. A lo mejor el Señor toma en cuenta mi aflicción y me paga con bendiciones las maldiciones que estoy recibiendo”. Posteriormente David recibió la restitución de su reinado y su hijo fue muerto por sus soldados aunque David les pidió que no mataran a su hijo amado, Absalón.

Continúa…

Lee Salmo 119:65-72