Encamíname en tu verdad, ¡enséñame ! Tu eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza  todo el día!

Salmo de David 25:5

Cuando hablamos de Dios con otras personas, ellos difieren en lo que creen de Él respecto a la verdad fundamental. La equivocación posiblemente se encuentra en cómo se relacionan con Dios o en no haber tenido una experiencia personal con Él en ciertas circunstancias, como pueden ser: una enfermedad de muerte, un accidente  fatal, un secuestro, o cualquiera otra experiencia que llega a traumatizar. Algunos desean conocerlo por el intelecto, mientras otros por las emociones o por experiencia religiosa-espiritual.

Por principio de cuenta, la manera de hacerlo no es la adecuada, porque a Dios se le debe conocer en una experiencia personal porque Él es un ser personal, perfecto en todo, en sus perfecciones que son inigualables, para Dios su anhelo es relacionarse con sus criaturas y con el ser humano de una manera muy especial, necesaria porque somos la corona de su creación.

El salmista David, quien llegó a ser rey de la nación de Israel lo experimentó repetidas veces de manera muy personal en diferentes situaciones de riesgo: ante sus enemigos, en sus batallas bélicas, en su administración pública para ser justo con sus súbditos, con sus hermanos, así como con sus hijos. Tuvo su experiencia repetida con el Dios de Israel, el único Dios soberano y Señor de su vida. David tuvo que conocerlo y relacionarse adecuadamente, así como tener comunión con Él. Es David quien puede darnos testimonio veraz de que Dios está presente en la comunión cuando el hombre decide buscarlo.

Su declaración en este salmo 25 y en otros que él escribió nos invita a considerarlo para que podamos tener mejor discernimiento de Dios, y de su buena disposición para ayudarnos:

“Encamíname en tu verdad, ¡enséñame!” —Dios es veraz y no se equivoca cuando nos enseña, por su perfección en el conocimiento que tiene y de lo que necesitamos para hacer las cosas mejor, para nuestras relaciones humanas y no cometamos errores que pueden desequilibrarnos. El Señor todopoderoso conoce perfectamente nuestro presente y futuro.

En nuestro presente, según el consejo del salmista David es; tener esperanza en Él, así como en el futuro. Porque con seguridad saldremos victoriosos en todo. Cambia tu concepto respecto a Dios, pídele sabiduría para hacerlo, exprésale tus inquietudes y dudas, Él está listo para recibirte en esa comunión y tendrás nuevas experiencias. ¡Que así sea!

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