Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza. Sólo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector y no habré de caer. Dios es mi salvación y mi gloria; es la roca que me fortalece; ¡mi refugio está en Dios!
Salmo del Rey David 62:5-7
Este salmo es muy elocuente, David reconoce la grandeza de Dios en la salvación que Él le ha otorgado ante sus enemigos. Su confianza en Dios le produjo esperanza, ésta: “es un estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea” (Real Academia de la Lengua). La esperanza es también: “la virtud por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido.” Estos bienes son: seguridad, protección, fortaleza, salvación y honor, entre otros.
En el transcurso de nuestra vida, tendremos situaciones que son desesperantes, produciendo inseguridad y temor, es difícil superarlas, en esas condiciones, Dios es la puerta de salida, posiblemente sea la única posibilidad que tenemos para lograr superar ese inconveniente. Como David, tenemos que acudir a Dios reconociendo que es nuestra única esperanza, salvación y protección; en humildad, solicitar sus bienes que Él ha dispuesto para todos aquellos que invocan su nombre. Cada uno de los seres humanos tienen esta oportunidad en lugar de huir o de buscar la puerta falsa o inconveniente. Dios es fiel a sus promesas, solamente de Él viene la ayuda en el momento preciso; así como David, y otros más, incluyéndome, encontramos la ayuda en Él y la solución.
No te desesperes, ten esperanza en tu angustia, soledad e inseguridad, acude a Dios y encontrarás la ayuda oportuna, te salvará, te dará paz y te sentirás seguro, podrás dar testimonio diciendo: “¡Mi refugio está en Dios!”.
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