Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.

2 de Timoteo 3:16-17

Comienzo con una pregunta. ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia la Biblia? Algunos creen que tener un ejemplar de la Biblia en la casa es de buena suerte, otros veneran el libro, en vez de aceptarla como la Palabra de Dios. La Biblia ciertamente es un libro papel y tinta como cualquier otro libro, la diferencia es su contenido. Antes de poder juzgar correctamente tu actitud hacia la Biblia, tienes que saber, qué es la Biblia, de manera especial a los que se inician en la lectura, o los nuevos creyentes en Cristo.

Voy a considerar a la Biblia desde tres puntos de vista:

ES UNA REVELACIÓN ESPECÍFICA

Algunos deciden leer la Biblia, como si leyeran una novela, o como la historia de México o como un libro de filosofía o cualquier otra materia. Enseguida viene la frustración. Se convencen de que la Biblia es tan solo un libro de materiales inconexos y tiene contradicciones. ¿Cuál es el problema de ese lector?  Su problema es lo que la misma Biblia dice, escuchen: ese lector es un “hombre natural” que trata de comprender las cosas espirituales. El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia que estaba en Corinto les aclara: “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:14,16). Dios da El Espíritu Santo cuando el hombre o la mujer reciben a Jesús El Salvador. Cuando una persona poseída del Espíritu de Dios se acerca a la Biblia para leerla o estudiarla, descubre que hay asombrosa unidad en su mensaje y que le satisface. También observa qué hay una perfecta interrelación entre sus 66 libros que la forma, cada uno de los libros hace su contribución al tema dominante que es la salvación de Dios para el hombre pecador, propósitos que culminan y se revelan en Jesucristo. La revelación de Dios es dar a conocer lo que estaba escondido u oculto. La revelación divina es la palabra de Dios que permite que el hombre pueda conocerla iluminado por el Espíritu Santo y pueda comprender su mensaje, y es personal para cada lector. De modo que el verdadero creyente ora a Dios con toda sinceridad: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). Debemos pedir a Dios que su Espíritu nos ilumine para entender el mensaje cuando leemos la Biblia.

Continúa…

Lee 1 Corintios 2:10-16