Un verdadero regalo no se gana ni se merece, uno lo da y el otro lo recibe. Por eso ningún esfuerzo personal, “ni por obras meritorias” puede el hombre lograr entrar al cielo, al paraíso o ciudad de Dios. Él lo ofrece como un regalo. El Apóstol Pablo, misionero a los gentiles (los que no son judíos de raza), les dice: “porque la paga del pecado es muerte, mientras que el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor ” (Romanos 3:23).
La Biblia aclara que es un regalo de Dios porque el hombre es pecador, no sólo algunos sino todos los seres humanos. El mismo dice: “Pues todos han pecado y están separados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Los pecados separan de Dios. Por lo tanto, el hombre o la mujer no puede resolver esto por sí mismo, ni la culpa, ni la salvación de su alma, ni por sus méritos llegar a Dios. La verdad maravillosa es que Dios es muy misericordioso, por el amor que tiene al ser humano (Juan 3:16; 1a. de Juan 4:8b), “Dios es amor”, pero la enseñanza estaría incompleta si no decimos, que Dios es también justo y su justicia es perfecta, por lo que, Él tiene que castigar el pecado del ser humano . . . ” y no tendrá por inocente al culpable” (Nahúm 1:3a).
Reconozcamos entonces el problema, somos pecadores y Dios al ser justo tendrá que castigar el pecado si no hay arrepentimiento, y confesión ante Él. Dios resolvió el problema por medio de su hijo Jesucristo, vino a este mundo, vivió una vida conforme a la voluntad de su Padre, obedeció muriendo en nuestro lugar, llevando el pecado de todos nosotros para que fuéramos perdonados y recibir la bendición de la vida eterna (Romanos 5:8). ¿Cómo puede el hombre y la mujer obtener el regalo de la vida eterna? Se recibe por la fe en Cristo Jesús (Efesios 2:8). La fe que salva y da la vida eterna no es un mero asentamiento intelectual. Tampoco es confiar en Dios solamente para las necesidades materiales o físicas. La fe salvadora es confiar en que la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo logró, para que tú y yo tengamos la salvación, una nueva vida y la vida eterna.
Créelo, y recibe a Jesucristo en tu vida, que habite en ti por medio de su Espíritu y acepta su regalo: la vida eterna. Espero que lo hagas.
Lee Romanos 3:21-26