Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo, tanto a nosotros como a ustedes. El nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón, como garantía de sus promesas.

2a. Carta del apóstol Pablo a los corintios

Fuimos creados por Dios, porque el creó a la raza humana, por derecho natural somos creaturas suyas, pero Dios deseaba que por voluntad nuestra fuéramos adoptados por Él, como el hombre no podía lograrlo, Dios envió al mundo a su único Hijo Jesús el Cristo para que por medio de él fuéramos adoptados como sus hijos y tuviéramos los mismos derechos que su Hijo, ser coherederos con él de lo que Dios ha preparado para sus hijos en el cielo. El apóstol Pablo enfatiza que Dios nos “ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas”.

La unción era simbolismo de seleccionar o escoger al individuo para que fuera rey o profeta por la voluntad de Dios y sellar al individuo era para que fuera o sea propiedad de Dios. Los creyentes o verdaderos seguidores de Cristo somos propiedad de Dios doblemente por creación y por adopción. Además puso su Espíritu dentro de nosotros como cumplimiento de sus promesas. El Espíritu Santo nos regeneró, volvimos a nacer, él también es nuestra ayuda, nuestro consuelo, nos guía, nos da dones o capacidades para usarlos en favor de otros. Todo esto es bendición al recibir en nuestra vida a Cristo Jesús como Salvador, Redentor y Señor, nos garantiza que ya no somos hijos del maligno, sino somos hijos de Dios para gloria suya. Por lo tanto, debemos ser fieles a Dios como nuestro Padre que nos ama con amor eterno y a su Hijo Cristo Jesús como nuestro Mediador, Señor y Salvador y quien nos ofrece seguridad y vida eterna.

Lee 2 Corintios 1:18-22