Según el diccionario, prosperidad: “es el curso favorable de las cosas: buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre.” También es comodidad, es bienestar económico y social, produciendo contentamiento, felicidad y seguridad.
La prosperidad desde el punto de Dios es la siguiente: “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a escasez. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado. – libro de Proverbios 11:24,25. La filosofía divina de prosperidad, se repite en las palabras de Jesús de Nazaret: “Den, y se les dará; se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. – Evangelio de Lucas 6:38. Este principio de Jesús se basa en: abundancia, generosidad, fe y amor por las personas.
La promesa: siempre nuestro dinero, el Dios Proveedor las multiplicará. ¿Cuál es la clave? Ser generoso. Para ser generoso es necesario tener una relación y comunión con el Dios proveedor, porque al ser adoptado por Él como hijo, me convierto en heredero de sus bendiciones entre ellas lo material en sus diferentes formas. Aprendo de Él lo que es el amor compasivo y la generosidad. Me agradará servir a otros y prestar ayuda a quien yo vea en necesidad.
Cuando el hombre es mezquino con su prójimo a quien ve en necesidad, no prosperará y si lo hace no será por la bendición de Dios sino recibirá esa prosperidad por el enemigo de Dios, así hay muchos ricos.
La generosidad es un regalo de un Dios bondadoso y nos lo da a nosotros como un don, pero juntamente con el don viene lo necesario para nosotros de lo cual debemos compartirlo con otros. La prosperidad está a nuestro alcance sólo depende de una decisión, buscar a Dios.
Lee Lucas 6:37-38