Salió Jesús de allí y fue a su tierra (Nazaret de Galilea) en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. ¿De dónde sacó éste tales cosas? — decían maravillados muchos de los que le oían – ¿Qué sabiduría es ésta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de Maria y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de él. Por tanto, Jesús les dijo: —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa.

Evangelio de Marcos 6:1-4

Jesús salió de la ciudad de Capernaum hacia su tierra Nazaret, caminó con sus discípulos unos 32 km. No era un viaje de turismo al pueblo donde estaba su hogar, no se trataba de una visita privada, para ver a sus familiares, él iba a predicar y hacer algún bien a la gente necesitada. Jesús había crecido desde los tres años de edad en Nazaret, muchos lo conocían, sus amigos de la infancia tenían su edad, su familia era reconocida, Jesús entró en la sinagoga y lo invitaron a leer las Escrituras, enseñó. Su enseñanza fue recibida con asombro y no con gusto, sino con una actitud de desprecio, “se escandalizaban de él”, les ofendía, que un hombre que procedía de ahí mismo, enseñara con precisión asuntos como lo que escuchaban. Lo sometieron a una crítica muy severa, lo menospreciaron, se escandalizaron por su sabiduría al enseñarles la palabra, el mensaje dicho por los profetas. Algunos admiraban su sabiduría, pero otros no, porque no creían que era enviado por Dios como un profeta, mucho menos que lo aceptaran como el Mesías prometido que traería salvación espiritual.

Se negaron a seguir escuchándolo por dos razones:

1) Ellos Decían: ¿No es este el carpintero? La palabra en griego que usa el escritor Marcos,  carpintero es Tekton, significa el que trabaja con madera, no un simple operario, sino un artesano capaz de construir cualquier cosa, desde un mueblecito, hasta una casa, el artesano era un hombre de mil oficios, Jesús era así.  Pero la cuestión es que los vecinos de Nazaret lo despreciaban. Para ellos era un hombre del pueblo, un hombre común y corriente, un trabajador de la madera. Para nosotros esa es su gloria, porque significa que Dios, cuando vino a la tierra en la persona de un hombre, no reclamó excepciones. Tomó sobre si esta vida común con todas las tareas comunes. Esto es necesario que lo comprendamos porque la historia de nuestro nacimiento, no tiene que ver con el dinero que tuvieran o no nuestros padres y la estirpe no tienen nada que ver con nuestra condición de ser humano. Debemos cuidarnos de avergonzarnos de nuestra cuna, de nuestros apellidos, de nuestros padres, del lugar y condición donde nacimos. Debemos también cuidarnos de la tentación de valorar a la gente por lo externo por la cultura o dinero que tenga  y no valorarla como es su persona, quien verdaderamente es, de sus valores. Eso es lo que Jesús deseaba y no por su oficio.

Continúa…

Lee Marcos 6:1-6