En nuestra relación con Cristo debe haber:

AYUDA. Cuando el Apóstol Pablo envió a Timoteo a Tesalónica no era tanto para inspeccionarlos como para prestarles ayuda. La gran aspiración (desear, anhelar) de todo padre, maestro, pastor debe ser, no criticar o condenar por las faltas y errores a los que están  bajo su cargo, como la de aconsejarles para liberarlos de estas faltas y errores, redimirlos o rescatarlos de ellos mismos. La actitud Cristiana hacia el pecador o el que lucha, jamás debe ser de condenación, sino siempre de ayuda, porque Dios lo hace así  pero perfectamente.

Debe haber:

ALEGRÍA. El apóstol Pablo se alegraba de que sus convertidos a Cristo, se mantuvieran firmes en la fe en Cristo a pesar de sus circunstancias. Todo pastor es lo que desea, se entristece cuando algunos claudican en la fe en Cristo Jesús. Tenía tanta alegría el apóstol de aquellos que habían superado las pruebas y tentaciones confiando en el Señor. Debemos alegrarnos cuando alguno supera la crisis de la enfermedad o de cualquier otra prueba.

También en nuestra relación con Cristo debe haber:

ORACIÓN. El apóstol Pablo llevaba a sus hermanos ante el trono de la misericordia de Dios, orando e intercediendo por ellos cada día. Nunca sabremos cuantas tentaciones pruebas y tribulaciones, o peligros hemos superado gracias a las oraciones de aquellos que nos aprecian o nos aman. Esto es una invitación para todos: debemos llevar en oración a todos los hermanos en la fe, familiares, amigos. Eso es bueno y loable, le agrada a nuestro Dios y al Espíritu Santo que está en nosotros. Debemos adquirir la disciplina de la intercesión, recibiremos bendición y satisfacción.

En medio de las circunstancias adversas en las que te encuentres, busca ayuda espiritual, puede ser el pastor, u otros hermanos que te aprecian, pero no claudiques en tu fe. Si sabes de otros que han caído en la tibieza espiritual o se han apartado de la comunión con Dios, oremos por ellos y busquémoslos, nos necesitan.

Lee 1 Tesalonicenses 3:2-13