Una mamá le dijo a sus niños que Dios tenía teléfono, algo que a ellos les causaba curiosidad, porque deseaban literalmente hablar con Él. La mamá nunca les dio el número. Al paso de los años les dio el número para que cuando tuvieran alguna situación difícil llamaran a Dios, les dijo, su número es: 33-3, eso le dijo Dios al profeta Jeremías, escribe: “Clama a mi y yo te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes”(o que tú no conoces).
Comparto con ustedes: “Una llamada a Dios” (tomé ideas de Leidy Romani capacitadora en liderazgo).
En un mundo tan conectado, desearíamos enviarle a Dios un WhatsApp o quisiéramos hacerle una video llamada, lo cuál sería interesante. Pero deben saber algo muy importante, Dios es tradicional, Él desea que le hablemos cara a cara, no es solo de conectarnos, es literal, que cuando lo buscamos debemos sentir Su presencia, porque ahí es donde Él da su paz, seguridad, donde El consuela, donde El enseña, donde fortalece. Como hizo esa mamá te doy su número 33-3, de Jeremías: “Clama a mi y yo te responderé ….”
Debemos llamarle en oración oportunamente, con certeza, convicción, fe y esperanza, sobre todo teniendo conciencia de su presencia, esto es muy necesario. Porque Dios dice que cuando clamamos a Él sucederá lo inesperado: “Te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no sabes”
El capítulo 33 de la profecía de Jeremías pone final al “libro de consolación”, se relaciona en forma organizada y en tiempos con el capítulo 32, el capítulo 33:1-13 continúa con la promesa de Dios de bendecir al pueblo de Israel, al mismo tiempo, que reafirma el castigo, la destrucción y la restauración de la ciudad de Jerusalén en el futuro, mientras que el profeta Jeremías aún estaba prisionero en el patio de la guardia del palacio (32:1-2). Los prisioneros en cualquier cárcel del mundo son bendecidos cuando reciben una visita, Dios visitó a su profeta Jeremías. De nueva cuenta el Señor se le revela ahí en ese patio de prisioneros, se identifica con Jeremías haciendo hincapié, tanto en su poder como en su carácter: “El es el Dios que hizo la tierra” (32:17). Al revelar a Jeremías que Yahweh (Jehová) es su nombre, el Señor enfatizó su fidelidad, que guarda el pacto que hizo a su pueblo (32:18; Éxodo 3:13-15).
El profeta Jeremías no comprendía como es que Dios restauraría a la nación que había destinado a la destrucción (32:24,25), Dios desafía al profeta diciéndole: “clama a mi, y yo te responderé”, lo mismo nos dice a nosotros.
Continúa…