Jesus dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha, las palabras que yo les hablo son espíritu y son vida (Juan 6.33). Es el Espíritu que produce en nosotros esa sensibilidad de recibir la palabra y aplicarla a nuestra vida personal para que se produzcan cambios de conducta. (I Corintios 2:7-10).
En el avivamiento la presencia del Espíritu Santo es poderosa. Hay palabra, manifestaciones, hay humildad, hay sumisión, hay oración, hay ayuno, hay testimonio, hay sanidad, hay alabanza y hay gratitud. Nuestra decisión debe ser, rendirnos de nuevo al Señor Jesucristo, que no sólo sea nuestro Salvador, sino recibirlo como Señor.
El avivamiento comenzará cuando nos humillemos, ayunemos y oremos, reconciliarnos con el hermano o familiar, pedir y otorgar perdón. Se debe operar en nosotros crecimiento en la palabra, en el servicio al prójimo, el compartir el evangelio a toda persona comenzando con nuestros familiares, amigos y discipularlos.
Oremos por el avivamiento en nuestra vida, nuestra iglesia local, y en todas las iglesias cristianas del país y con seguridad llegará.