Según se lee en el Evangelio de Mateo, capítulos 3 y 4. Jesús fue al río Jordán para ser bautizado por el profeta Juan, después fue llevado por el Espíritu de Dios al desierto para ayunar y orar, ahí se iniciaron las tentaciones de Satanás; después de 40 días inició su ministerio itinerante para compartir las buenas noticas del reino de Dios, su predicación la inicia en Capernaum, ciudad marítima. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.

Lo primero que hizo fue integrar su equipo de trabajo, así, fue llamando a cada uno de sus 12 discípulos: Simón Pedro, y su hermano Andrés, Jacobo y su hermano Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Jacobo, Lebeo Tadeo, Simón el cananista y Judas. Inició su discipulado, enseñándoles a predicar con su ejemplo, frecuentemente les daba instrucciones, les refería parábolas, les enseñó a orar, les dio autoridad y los envió a predicar dándoles estas instrucciones: “Vayan directamente con las ovejas perdidas de Israel, (judíos). Donde quiera que vayan, prediquen este mensaje: El reino de los cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los leprosos, expulsen demonios…” (Mateo 10). 

El discipulado es transferencia de vida, instrucción y enseñanza en la palabra de Dios, en la práctica realizar el ministerio, compartiendo con la gente la salvación de Jesucristo. “El que crea y sea bautizado, será salvo, pero él que no crea será condenado” (Marcos 16:16)

Si quieres ser efectivo en tu andar con Cristo, continua con tu instrucción y sirve según tus capacidades y habilidades. El Apóstol Pablo sugiere: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos” (Gàlatas 6:9) Nuestro discipulado es importante para una vida victoriosa y realizada en Cristo. El Señor te bendiga y prospere tu vida.

Lee Mateo 4:1-22