Cada ser humano tiene sus prioridades en cuanto a quien amar. A veces  priorizamos a una persona sobre cualquier otra; otras veces el ser humano es muy generoso y ama por igual a los miembros de su familia, incorpora también a otros más. Suponemos o creemos que el amor debe ser recíproco, amo y debo ser amado.

Jesús de Nazaret, un humano como nosotros también tenía necesidad de ser valorado por lo que él era y por ello ser amado. Su pregunta es inquietante y da una respuesta quién debe ser: “¿Quién es el que me ama? El que hace suyo mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él” Evangelio de Juan 14:21.

¿Llenas esta condición para amar a quien murió por nosotros por amor? Sus mandamientos no son imposibles o difíciles de cumplir. Te los recuerdo: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.” —Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” -Evangelio de Mateo 22:37-38.

El dice que quién lo ama hace suyos sus mandamientos y los obedece. Es muy importante no sólo saber los diez mandamientos, sino obedecerlos, practicarlos. Eso depende de cuánto amamos a Dios, nuestro amor hacía Él debe ser creciente, mi amor hacia Él debe ser sincero, obediente en hacer su voluntad. En mi amor hacia Él me hace consciente que debo depender de Él en todo, debemos a acudir a Él para tener comunión cada día por medio de su Hijo Cristo Jesús; así amo al Padre y amo al Hijo y como consecuencia amo también a mi prójimo. A Dios y a Cristo le importa nuestro amor, porque ellos nos amaron primero.

Lee Juan 14:15-21