El Golden Gate es un puente colgante que cruza el estrecho entre el Océano Pacífico y la Bahía de San Francisco, California. En cuanto a estructura es una de las maravillas del mundo; hay seguridad al cruzar por este puente, donde millares de usuarios en vehículos lo utilizan diariamente.

El Señor Jesús, nuestro Mesías cruzó el puente gigantesco entre el cielo y la tierra. Su encarnación en el vientre de la virgen María es un milagro asombroso, la más grande y sublime de las maravillas. Tomó nuestra naturaleza humana, pero sin pecar, vivió de manera excelente en su vida privada y en su vida pública dio testimonio de que era el enviado del Padre Celestial. Ningún otro hombre ha nacido y vivido así como él vivió. El primer Adán aunque era perfecto pecó y toda su descendencia o raza humana también pecaron y continúan pecando y haciendo el mal. El profeta Juan el Bautista declaró al ver a Jesús: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” ( Evangelio de Juan 1:29).

Este Cordero de Dios fue crucificado en la cruz del calvario, para que todo ser humano, incluyéndote y a mi también pudiéramos pasar al morir físicamente de muerte eterna a vida eterna, siendo él nuestro puente para llegar a Dios y recibir la vida eterna con Él. Porque la verdad de Dios dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (carta a los Romanos 3:23).  Hay ciertas condiciones para cruzar el puente, depende de ti. -Reconocer que somos pecadores. -Arrepentirnos sinceramente y pedir perdón a Dios a quien hemos ofendido. -Confiar en quien tomó nuestro lugar para morir crucificado por causa de nuestros pecados, él es Cristo Jesús, a quien debemos invitarlo a nuestra vida como Salvador y Señor. El evangelio de Juan dice: “El que en él cree, no es condenado; pero él que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios” (3:18)

Toma la decisión de cumplir estas condiciones de inmediato, la vida tiene sus sorpresas y podemos morir repentinamente. -Jesús declaró: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi” ( Evangelio de Juan 14:6).

Lee Romanos 3:21-26