El Apóstol Pablo escribiendo a los Gálatas (creyentes de la provincia de Galacia, actual Turquía), les dice: “Miren que les escribo de mi puño y letra, ¡y con letras bien grandes! Los que tratan de obligarlos a ustedes a circuncidarse lo hacen únicamente para dar una buena impresión y evitar ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo. En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo.” (6:11, 12,14)

El apóstol a los gentiles junto con su equipo misionero recorrieron varias ciudades y establecieron iglesias, entre ellas, estas que estaban en la provincia de Galacia. Les predicaba el evangelio de la gracia de Dios, insistiendo que era el favor inmerecido de Dios, por medio de la muerte de cruz de Jesucristo; que no es por obras, o cumplimiento de leyes, y tradiciones judías. Ya que maestros judíos-cristianos estaban procurando predisponerlos, para practicar los requerimientos de la ley de Moisés, como la circuncisión, para tener salvación espiritual completa. Pablo sostiene que los cristianos judíos y gentiles, disfrutan de una completa salvación en Cristo, siendo justificados, adoptados, renovados y hechos herederos de Dios según el pacto que hizo con Abraham.

La salvación que Jesús logró en el calvario nos libera definitivamente de todo pecado y somos perdonados por Dios por arrepentimiento y la fe en Jesucristo. Cualquier práctica que según algunos contribuye a la salvación es un absurdo, pierdes tu tiempo y te esclavizas, o no has entendido, lo que es la gracia de Dios y la muerte de cruz que Jesús sufrió. Solamente en Él debemos gloriarnos.

Después de esa salvación que se ha operado en nosotros, si debemos servir al prójimo con amor compasivo según lo indica la palabra de Dios, pero no como obras meritorias o en un esfuerzo humano para lograr entrar al cielo. ¡Gloríate en la cruz de Cristo! “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (Gálatas 2:20).

Da gracias a Dios por su plan redentor y a Jesucristo por haber muerto en nuestro lugar. Ya que en Él y solamente en Él tenemos salvación y vida eterna.

Lee Gálatas 6:11-15