Esta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías. —Baja ahora mismo a la casa del alfarero, y allí te comunicaré mí mensaje— Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le apreció que le había quedado bien. En este momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: —Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro?

Profeta Jeremías 18:1-6

Dios como un excelente alfarero puede rehacer nuestra persona carente de vida y con propósito. Jesús de Nazaret dijo en cierta ocasión: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Evangelio de Juan 10:10). Cuando Cristo llega a nuestra vida por invitación personal comienza el proceso del alfarero, Dios desea conformarnos a la imagen de su Hijo Cristo Jesús, nos pareceremos a él, obedeceremos al Padre, lo amaremos como él lo hizo, nuestra dependencia será total en Dios. Lo malo de nosotros, nuestras asperezas, nuestro mal carácter, nuestras actitudes volubles serán cambiadas y lo mejor, seremos una nueva criatura, seremos verdaderamente felices, tendremos una vida de paz, de seguridad, exitosa y satisfecha.

Ese cambio se da al sujetar nuestra voluntad a Dios, Cristo lo hizo hasta ofrecerse en rescate por la humanidad y murió sacrificado en una cruz romana, esa era la voluntad de Dios para salvación de una humanidad pecadora, obedeció al Padre hasta la muerte. Por eso él nos ofrece, vida abundante y con propósito, es decir vida plena, victoriosa y realizada. Te aconsejo e invito a entregar tu vida a Cristo y serás una nueva persona por la regeneración que hará su Espíritu.

Lee Jeremías 18:1-6