Jesucristo, en su ministerio terrenal, enseñó a sus discípulos a orar, les dio un modelo de oración, que se conoce como “El Padre Nuestro”, oración que durante los siglos de cristianismo que llevamos, la iglesia de Él practica esta oración. Es por esta oración que Jesús les hablo de su relación y comunión que tenía con el Padre, relación y comunión que tendrían ellos también por medio de Él. Desde entonces creemos y consideramos esta relación filial espiritual con el todopoderoso Dios, quien es nuestro Creador, Redentor y Sustentador, los seguidores de Jesucristo somos sus hijos, ¡excelente! Qué maravilloso Padre tenemos, es tres veces santo, debemos reconocerlo, diciéndole: “Santificado sea tu nombre”.

Su amor a nosotros es sublime y eterno, Él nos da la vida, la sostiene, es protector, porque tiene cuidado de nosotros, proveedor porque de Él viene nuestra provisión diaria. “Dános hoy nuestro pan cotidiano”. 

Es nuestro sanador, cuando la enfermedad hace estragos en nuestro cuerpo, Él es nuestro consuelo en su Espíritu cuando nos sentimos tristes, solos y desanimados. Comparte de su sabiduría para que podamos actuar con cordura y firmeza. Anhela tener comunión con nosotros cada día, obedeciendo su palabra; es gratificante para Él cuando amamos a la familia, al prójimo, a los hermanos en Cristo; le satisface que le sirvamos.

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Lee Mateo 6:5-11