Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.

Carta a los Romanos 8:26-27

En el libro de los Hechos de los Apóstoles (10)  se nos cuenta que en cierta ocasión el apóstol Pedro estaba hospedado en casa de un hombre llamado Simón. El apóstol subió a la azotea de la casa para orar. Era el medio día, mientras oraba cayó en un éxtasis y tuvo una visión extraordinaria. Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana, que suspendida por las cuatro puntas bajaba a la tierra y en esta había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves escuchó una voz que le dijo: “Levántate Pedro, mata y come. —¡De ninguna manera, Señor, jamás he comido nada impuro.” Pedro hizo objeción tres veces a esa orden debido a sus escrúpulos religiosos como judío. La voz le indicó, que lo que Dios había purificado no le llamara impuro. Al despertar Pedro estaba sorprendido, pensando qué significará esto. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz, posiblemente la misma voz, literalmente se dice que era el Espíritu Santo, le dijo que había 3 individuos que lo buscaban, le ordenó que bajara de inmediato a recibirlos y fuera con ellos. Le informó que él los había enviado.

Está es una historia verídica, que el mismo Pedro el apóstol le contó al escritor Lucas, el mismo que escribió el evangelio. Y esta es una de muchas experiencias que se cuentan acerca del Espíritu Santo.

La Biblia dice en términos verdaderos del Espíritu Santo, por ella sabemos que:

El Espíritu Santo Es Una Persona. Declara sin timidez sus atributos, sus facultades, su oficio, su misión, sus demandas, su carácter y expone sus emociones, como cualquier persona. No da lugar la Biblia a que se le enmarque al Espíritu Santo dentro de formas impersonales, es una persona porque puede expresarse ante otra persona en forma de comunicación recíproca. En esta experiencia del apóstol Pedro el Espíritu Santo habla, dice, ordena, explica, enseña, argumenta y razona. Estas no son facultades de cosas o animales inferiores al hombre, estas son facultades de personas, de seres humanos.

Por eso el Espíritu Santo nos comprende en nuestros sufrimientos y nos consuela.

Continúa…

Lee Hechos 10:9-22