Este es el título de una película inglesa de 1967, cuyo Director fue James Clavell y siendo el protagonista Sídney Poitier, fue un rotundo éxito. La cual fue una bomba para la metodología educativa de Inglaterra, en la que la enseñanza era impersonal, teórica y deshumanizada en algunas escuelas. La trama o narración del guionista es: Un profesor novato o con poca experiencia en la profesión acepta un trabajo en un instituto marginal de la ciudad de Londres donde tiene que dar clases a unos alumnos rebeldes, indisciplinados, y alborotadores. A pesar de las actitudes groseras de estos jóvenes el maestro no se da por vencido, su trabajo de docente fue más allá de lo normal. Se interesó por cada alumno en sus sentimientos, capacidades, los motivó para que se interesaran en el aprendizaje. El paradigma educativo que utiliza es el humanista, porque en este enfoque los alumnos son vistos como personas individuales y diferentes que tienen intereses y valores, donde se les enseña respetando su idiosincrasia, creando buenas condiciones para que desarrollen su aprendizaje a partir de sus experiencias. Una de las estrategias que utilizó el profesor fue el diálogo en el salón de clases; hizo dinámica la clase al sacar a sus alumnos de vez en cuando a museos o centros culturales donde aprendieron temas de los que hablaron en la clase, haciendo práctica la enseñanza. Dejó que los alumnos actuaran de forma cooperativa y se enfrentaran a un problema, analizando cuál era la solución.

En los evangelios del Nuevo Testamento leemos, que Jesús el Maestro fue tan exitoso en sus enseñanzas porque amaba a sus discípulos, les enseñaba con autoridad, con ejemplos reales que ellos podían observar. Usaba las parábolas que eran breves narraciones reales o inventadas pero no fantasiosas; en ellas establecía una comparación, revelando una enseñanza moral y una verdad espiritual. Jesús creía en el aprendizaje colaborativo. Primero les enseñaba a sus discípulos y después lo enviaba a la práctica, tenían que compartir con otros lo que aprendieron, haciendo otros discípulos. —

Los maestros de niños, de jóvenes y de adultos en el templo o en otro lugar, son conscientes de la importancia de la enseñanza bíblica, porque por medio de ella se forman nuevos discípulos que servirán en el extendimiento del reino de Dios, mejorarán sus vidas su fe en Cristo, la obediencia a Dios el Padre y al Espíritu Santo que da los dones. Frecuentemente reconocemos la vocación de los maestros en la enseñanza bíblica espiritual, y también a los que por vocación son maestros en lo secular.

Lee Mateo 10:1-20