El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (iglesia = es la comunidad de cristianos, el edificio es el templo).

Apocalipsis 3:22

Todos nos interesamos en la respuesta de ayuda que le hemos pedido a Dios por medio de una oración. Nos olvidamos de estar atentos a él.

—Escuchamos a Dios: Cuando leemos su palabra, la cual conocemos como las Sagradas Escrituras o la Biblia. Necesario leerla con cuidado y discernir lo que Dios nos dice. El Espíritu Santo quien inspiró al escritor nos ayudará.

—Escuchamos a Dios cuando estamos atentos a la enseñanza del maestro de Biblia o al predicador de la palabra, o cuando hacemos nuestro devocional. El Espíritu Santo nos ayudará a comprender.

—Escuchamos a Dios cuando pensamos en él y en lo que le hemos pedido. Dios revela lo que es su voluntad, porque es buena, agradable y perfecta.

—Escuchamos a Dios cuando hablamos con él o hablamos de él. Cuán necesario son ambas cosas. Al hablar con él, poner atención y escucharlo.  Exprésate bien de Dios, cuando otras personas no lo hacen, o lo ofenden, o haces chistes de Él, indígnate, si te es posible reprende, aunque Dios no necesita ser defendido porque Él lo hará. “Mi es la venganza yo pagaré”, eso dice él.

—Escuchamos a Dios, cuando por medio de un amigo, de un familiar o de un siervo de Dios nos indica lo conveniente que debemos hacer o decidir.

—Escuchamos a Dios cuando somos observadores, él nos indicará la respuesta que estamos esperando a nuestras inquietudes. Nuestro bienestar físico, emocional, material, espiritual debe descansar en Dios, en su voluntad y en su propósito.

Jesucristo le dijo a la gente después de expresar una parábola que era una historia ficticia o real: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.

Lee Apocalipsis 3:19-22