Vengan, adoremos, doblemos las rodillas y postrémonos reverentes ante el Señor nuestro Hacedor. Porque Él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado, ¡somos ovejas bajo su cuidado!

(Salmo 95:6,7)

Este salmo, exalta a Dios el Creador como la razón suprema para la adoración. Es una invitación al pueblo de Dios a cantar generosamente alabanzas en su honor. La congregación es invitada a venir a su presencia con acción de gracias y confesión. El salmista sabe de la naturaleza de la adoración, así también nosotros debemos saberla, para que nuestro tiempo en la convocación que se hace, unidos invocar la presencia de nuestro Dios en su casa y cumplamos con el propósito por los cuales fuimos creados, para Su gloria. Nuestra, alabanza, acción de gracias y confesión de pecados debe darse. 

La Experiencia de Adoración: Adorar es, una experiencia interior. Es la respuesta del ser humano a la revelación de Dios por Jesucristo. Por eso la adoración privada y personal es natural y normal. “Es una relación Tu y Yo, entre Dios y nosotros como humildes adoradores” (Martin Buber). El que adora debe reconocer la magnificencia, su presencia permanente, la grandeza de Dios tanto como que Él está a nuestro lado. La experiencia de adoración es aquella en el que adora siente la santidad y majestad del Señor y responde a sus requerimientos en obediencia y amor. El hombre fue creado a imagen y semejanza del Dios todopoderoso. Por eso, el fin principal del ser humano es glorificar a Dios en adoración, servicio y en cada área de su existencia (Efesios 1:6,12, 14). En la experiencia de adorar, uno recibe visión, inspiración, guía, fortaleza para vivir una vida centrada en Cristo, que Él sea verdaderamente el centro y nuestra dependencia total en Dios nuestro Padre y en la dirección de su Espíritu.

La adoración es ciertamente individual y colectiva. El seguidor de Cristo que hace su contribución al culto público recibe: edificación, y fuerza espiritual de quienes adoran con él. El principal ministerio de la iglesia es la adoración al Señor. La congregación debe experimentar esta adoración antes de la predicación, para que la Palabra sea más significativa y eficaz. Adoremos al Dios vivo y verdadero en Jesucristo y por el Espíritu Santo que está en nosotros y con nosotros. Amen. 

Lee Salmo 95:1-7 (RVR)