En el Nuevo Testamento los testimonios de seguidores de Jesucristo son numerosos, ellos no olvidaron, ni pospusieron dar testimonio de su fe en su Salvador y del evangelio que les enseñó.

Los ejemplos de sus discípulos, lo describe el Libro de los Hechos, en el capítulo dos, el Apóstol Pedro inicia el gran avivamiento compartiendo un sermón evangelístico, tres mil personas se convirtieron a Cristo. Estos a su vez al ser investidos del poder del Espíritu Santo proclamaron y dieron testimonio de las señales y prodigios que hacían los apóstoles; en las casas se reunían para oír la palabra, testimonios y compañerismo. Lucas describe en el capítulo 2:47 sobre los nuevos convertidos: “Alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.” En los capítulos tres y cinco, hay más conversiones, y continua el avance del evangelio no solo en Jerusalén, sino en otras poblaciones: Samaria, Antioquia, Damasco, Jope, Cesárea y así llegó el evangelio a todo el imperio romano, Grecia y otros países.

Cuán importante es comunicar el evangelio de amor de Jesucristo, compartir las enseñanzas de la Biblia a otras personas, es deber de todo seguidor de Jesucristo. El apóstol Pablo decía: “Sin embargo, cuando predico el evangelio, no tengo de que enorgullecérme, ya que estoy bajo la obligación de hacerlo. ¡Ay de mi si no predico el evangelio!” (1 Corintios 9:16)

Esa es la convicción que desea Cristo, de nosotros sus seguidores. Porque es impostergable su mandato, su retorno a esta tierra es inminente, por lo tanto, urge que demos testimonio de nuestra fe en Él, entre propios y extraños. Él dijo: “La cosecha es abundante, pero son pocos los cosechadores.” >les dijo a sus discípulos< “Pídanle, por tanto, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su campo” (Mateo 9:37).

Tú eres uno de esos obreros. Estaré orando al Señor para que el Espíritu Santo te use al compartir tu fe en Cristo y en su palabra. No te tardes en hacerlo.

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