Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósito.

Profeta Isaías 55:11

Vivimos en un mundo que cambia rápidamente. El grado y el ritmo del cambio en los últimos 130 años es difícil de comprender porque los cambios son constantes en todas las esferas o áreas. Nuestro mundo es complejo y lleno de ansiedad, lo cual es la causa por los conflictos y la violencia por la pérdida de prestigio, la desigualdad económica y las posesiones. Solo vivían en el mundo mil millones de personas en el planeta en ese entonces. Ahora nos estamos acercando a una población de Nueve mil millones de habitantes. En esta época de gran incertidumbre, tenemos la revelación que Dios le dio a su profeta Isaías, que “Su Palabra que sale de su boca no volverá vacía”, esta revelación de Dios y la inspiración del Espíritu Santo, dada no solo al profeta Isaías, sino a: Moisés, Josué, a los profetas del Antiguo Testamento, también a los apóstoles, Mateo, Juan, Pedro, Pablo y a otros más registrados en el Nuevo Testamento. Dios, por medio de Su Espíritu ilumina a los lectores de Las Sagradas Escrituras para que comprendan, acepten Su Palabra y de esta manera se “cumplirá el propósito de Dios”, para que el hombre y la mujer dependan de ella y vivan la vida abundante que Jesucristo prometió. La cual es una vida integral: espíritu, alma y cuerpo.

En esta revelación de Dios incluye promesas que deben ser aplicadas a todo aquel que las crea y pide su cumplimiento en el devenir de sus días. Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán”, “Mi palabra es vida”, y “¿No quieren venir a mí para que tengan vida?, “El que a mi viene no le echo fuera”. Lo que el hombre y la mujer tienen que hacer, es tomar la determinación de aceptar esta invitación de Jesucristo, creer en él, recibirlo en su vida, en su ser interno como Salvador y Señor.

El mundo, estará en constante cambios pero la palabra de Dios es la misma para cada generación, para salvación o para condenación.

Lee Isaías 55:6-13