Desde el medio día y hasta la media tarde toda la tierra quedó en oscuridad. Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: Eli, Eli, Lama Sabachthani.— “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

Mateo 27:45-46

El término -soledad- significa, falta de compañía, de abandono, postración, sufrimiento, desesperación, vacío, rechazo. La soledad es una lesión a la naturaleza humana. La soledad puede ser impuesta o elegida. La soledad es un mal que viene como resultado por el pecado. La soledad es una emoción muy profunda, es un estado de ánimo. Jesús la experimentó en su máxima expresión por el rechazo de su pueblo amado, abandonado por sus amigos y abandonado por su Padre, fue privado de toda ayuda.

Soledad es un grito, un lamento, un gemido. En el fondo del alma de Jesús el Mesías dio un grito: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?.” Nunca estas palabras han llevado tanto dolor. Nunca alguien se ha sentido tan solo y fue por causa del pecado.

El pueblo de Israel se reúne, están expectantes y nerviosos hasta que se tranquilizan porque el sacerdote Aaron ha recibido dos machos cabríos, puros y sin mancha que servirán como ofrenda por el pecado. Echará suertes sobre los dos, para elegir uno para el Señor y el otro cómo cabrío expiatorio. El que fue elegido para Dios tenía que ser sacrificado como una ofrenda por el pecado, y la sangre usada para expiación, para purificación del lugar santo, el altar y el santuario. Así lo hizo el Sumo Sacerdote Aarón. El segundo macho cabrío tenía que quedar vivo, el Sumo sacerdote puso sus manos sobre la cabeza del animal e hizo la declaración: confesando sobre las iniquidades y transgresiones del pueblo, cualquiera que hayan sido sus pecados. El macho cabrío tenía que ser llevado al desierto por un hombre de buena voluntad, todo el pueblo está observando la ceremonia, el hombre toma del lazo el macho cabrío quien carga sobre sí todos los pecados, el hombre lo soltará para que en la soledad del desierto deberá morir por los pecados de todos, cuando el hombre regresa el pueblo es aliviado, Dios es apaciguado en su ira, el que lleva el pecado está sólo.

Ahora es Jesús quien lleva los pecados de todos, no sólo de los judíos si no de todas las razas y de todo ser humano. “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, es echo pecado por todos nosotros. Está solo, sin la ayuda de nadie, como si su Padre girara su cabeza para no ver el sufrimiento de su Hijo. La desesperación de Jesús se hace más oscura que el ambiente que rodea el Monte de la calavera. Jesús, que fue la expresión del Padre está abandonado. La Trinidad está incompleta, Dios está desunido, la Unidad está disuelta. Esto es lo más difícil de sobrellevar. Jesús soportó la burla, que le hicieron los soldados y la gente, los golpes, y los azotes, no insultó a quienes le pusieron los clavos, observó en silencio a los que lo amaban, soporto el abandono de sus amigos que corrieron a esconderse. Pero lo más difícil de soportar fue el abandono de su Padre.

Continúa…

Lee Mateo 27:45-53