El rey Saúl deseaba matar a David porque suponía que ya había sido designado para ser el nuevo rey de Israel. David y sus 600 hombres por órdenes de Dios, fue a liberar la ciudad de Queila’ que había caído en manos de los filisteos, así que en la batalla contra éstos, David obtuvo la victoria y liberó a la ciudad, tomando un buen botín de los vencidos. Le informaron al rey Saúl que David estaba en Queila’ y se apresuró a ir para atacarla. David consultó al Señor: ¿Vendrá Saúl a esta ciudad? Dios le respondió: Sí vendrá. ¿Me entregarán los de Queila a Saúl? Sí te entregarán. Así que David y sus hombres se fueron de Queila’ con el propósito de que el rey Saúl y sus hombres no la destruyeran. Al saber Saúl que David ya se había ido de la ciudad desistió en ir a conquistarla (1 Samuel 23:1-13). Al huir David de Queila su futuro cambia a una consecuencia diferente.
¿Qué vio Dios que nosotros no vemos? ¿Si David hubiera permanecido en Queila’ qué hubiera pasado? ¿Habría llegado a ser rey? No lo sabemos. ¿Cuántas veces por obedecer a Dios, estamos cambiando lo que nos va a suceder? Todo esto no niega la soberanía de Dios, en absoluto, al contrario la confirma, porque Él está en control de lo que puede suceder. Ahora considera: ¿Cuantas veces nos habrá librado de situaciones, de asuntos embarazosos o percances que no llegaron a suceder y no lo supimos? Téngalo por seguro que así fue. Es por eso que debemos afirmar con certeza que: La casualidad no existe.
Salomón escribe: “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y el allanará tus sendas” (Proverbios 3:5-6) (allanar significa aplanar o quitar los obstáculos del camino). Cristo Jesús dijo: “¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados a ustedes aún los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones” (Mateo 10: 29-31). Lo que te suceda de bueno, es según el plan de Dios, acéptalo con gratitud. Lo malo que nos sucede no es de Él sino del diablo o de gente malvada y cruel que se deja usar por el maligno. Confía en el Señor y pon tu vida en sus manos.
Lee 1 Samuel 23:1-13