“…Que con humildad corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.”

2 Timoteo 2:25

Hay personas que están seguras que, al morir, su alma se irá al infierno, posiblemente no sea así. Hay otros que consideran que se merecen el cielo, posiblemente su alma nunca entrará a ese glorioso lugar. ¿Cuál es el problema? Que al transitar en esta vida creyendo que creemos, pero la verdad es que no hay convicción, hemos heredado una “fe” religiosa de nuestros abuelos, o de nociones religiosas que nos trasmiten en ciertos lugares, nos llevan a considerar que nuestras maldades debemos admitirlas, así lo hacemos, y nos sentimos orgullosos de que somos fieles a la palabra y fe cristiana; lo lamentable es, que continuamos cometiendo las mismas aberraciones, las mismas maldades, los mismos pecados y agregamos nuevas impiedades. ¿Qué pasó? Es que NO hay arrepentimiento de lo malo que se ha realizado y se da por hecho que Dios ha otorgado el perdón, a quien, primeramente, se ha ofendido.  Ciertamente NO se ha conocido la Palabra del Señor, porque si así fuera, se obedecería. Ella dice que: “Sin arrepentimiento, NO hay perdón de pecados”. Agrega: “Así que arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados sus pecados… (Hechos 3:19).

La enseñanza de Pablo al joven Timoteo y como consecuencia para los genuinos creyentes de todos los tiempos es: “Corrijan…quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad”. Reconoce tu pobre calidad de fe cristiana y tu incertidumbre que caracteriza a muchos asistentes a templos evangélicos, que en el momento de dificultades, ante la pérdida de un ser querido, ante una enfermedad terminal y en otras circunstancias adversas, su fe se diluye, produciendo temor y pérdida al sentido de búsqueda a quien puede salvarte: Jesucristo en una sincera creencia de que solo por medio de Él, se puede ser perdonado de todo pecado y tener la vida eterna por fe, esta es la verdad y Él es la verdad. Sé oportuno antes que sea demasiado tarde. Arrepiéntete y recibirás el perdón de Dios.

Lee 2 Timoteo 2:22-26