Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban debajo de la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abba ¡Padre! Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.

Carta del apóstol Pablo a los Gálatas 4: 4-7

Un papá español deseaba hacer las paces con su hijo Paco a quien había corrido de la casa por desobediente. Tomo la decisión de buscar a su hijo. Puso un anuncio en el periódico Liberal de la ciudad, que decía así: “Paco, encuéntrate conmigo en el Hotel Montana, al medio día el martes. Todo está perdonado. Tu padre.” Paco es un nombre español muy común. Así que cuando el padre fue al Hotel Montana, encontró a 800 jóvenes llamados Paco esperando a sus padres. 

En el fondo de cada uno de nosotros, anhelamos un hogar donde seamos amados incondicionalmente. Independientemente de si tenemos un papá bueno o no tan bueno. Mucha gente no ha comprendido el gran privilegio que tenemos los que hemos creído y recibido a Cristo como Señor y Salvador, porque por  medio de Él, fuimos adoptados como hijos de Dios, el Padre perfecto, el Padre excelentemente bueno, que nos ama incondicionalmente. Envió a su Hijo para que aceptáramos su paternidad, y volviéramos un día a su casa cumpliendo con las condiciones de arrepentirnos por nuestra desobediencia, así, Él nos otorgaría el perdón y olvidaría todo pecado cometido. También, que aceptáramos por fe a su Hijo Cristo Jesús, quién en su obediencia al Padre dio su vida llevando nuestra culpa sobre si mismo, muriendo por ello en una cruz. Solo por medio de Él podemos salvar nuestra alma y al morir físicamente seremos recibidos en el hogar del Padre. Hazlo ya, no te tardes y te sentirás amado.

Lee Gálatas 4:1-7