COMIENZOS HUMILDES
“Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; su origen se remonta hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales”
Profeta Miqueas 5:2
Belén una localidad insignificante en comparación de otras ciudades del país. El profeta Miqueas lo llama pequeña. ¿Por qué escogería Dios venir a la tierra a un lugar de poca importancia y desconocida? ¿Te parece un lugar digno del nacimiento del Rey de Reyes? El asunto, es que Dios nunca ha tenido interés en la definición que tiene la gente, del mundo de la grandeza humana, de la fortuna, la fama, la popularidad, el poder, la alcurnia, la alta clase social y política. Ninguno de estos son dignos de mencionar para Dios. Sí, Belén era la más pequeña de los clanes. ¿Cuánto más de gloria recibiría Dios estableciendo el nacimiento de su Hijo allí? El lugar donde comenzó la jornada de Jesús, no determinó lo que Él pudo lograr para su reino. Maravilloso lo que Él logró, el nació en Belén y logró lo que nadie pudo hacer: salvar al hombre de la condenación eterna.
LA JUSTICIA RESTAURADA
“¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, salvador, y humilde…” En esta profecía, Dios prometió que el futuro Rey llegaría con salvación y traería justicia. Esto significa que en la navidad, Dios trajo “su justicia” a la tierra en la persona de Jesucristo. Esto es exactamente lo que el mundo necesitaba y todavía lo necesita, es por eso que el evangelio se continúa compartiendo. El apóstol Pablo describe la triste condición de la humanidad “No hay un solo justo, ni siquiera uno” (Romanos 3:10).
Después que nació Jesús continuó viviendo en justicia toda su vida, es decir muy justo. Era perfecto, quedándose cerca de Dios y siguiendo el plan sin demora que le fue dado. En la cruz el hizo una transferencia: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Corintios 5:21).
Un verdadero milagro, Emanuel, ese Niño de Belén, en su futuro se hizo joven y teniendo 33 años de edad murió por amor: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Llevando toda nuestra injusticia y dándonos su justicia lo cual indica que tú y yo podemos ser perdonados por Dios de todo pecado y declarados sin culpa, justificados. Ahora depende de ti, para que decidas que sea tu Salvador y Señor. Cada Navidad tendrá mayor significado para ti.
Lee Romanos 5:6-11