Estamos ya viviendo días previos a la celebración de la Navidad, adornos navideños por todos lados de la ciudad, luces tilantes de diferentes colores, todo brilla y todo es festivo. Los comercios están abarrotados llenos de mercadería a la espera de clientes deseosos por comprar.
Triste situación es la que vivieron José y Maria en la aldea de Belén, hace más de 2000 años. Los Evangelios nos dan esta información: “Por aquellos días Augusto Cesar (emperador de Roma) decretó que se levantara un censo en todo el imperio romano. Así que iban todos a inscribirse, cada cual a su pueblo natal. También José, que era descendiente del Rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la ciudad de David, para inscribirse en el censo junto con Maria su esposa. Ella se encontraba embarazada y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo de dar a luz a su hijo primogénito. Como no encontraron ningún cuarto en la posada, los hospedaron en un lugar anexo a la posada donde se cuidan a los animales. Cuando El Niño nació, Maria lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (evangelio de Lucas 2:1-7). El Hijo de Dios, el dueño de todo lo creado, nació en un lugar muy humilde porque no había un lugar más cómodo para ellos. Desde su nacimiento Jesús vivió en pobreza, creció en la ciudad de Nazaret. La verdad es que, la escasez o pobreza que experimentaron se debía a la ocupación de su país por las fuerzas imperialistas de Roma, también por los impuestos que ponía Roma, como por la religión judía.
La pobreza en Mexico tiene mucho que ver con la administración pública, con las inversiones de los ricos o empresas extranjeras que proveen trabajo no bien remunerado y de una injusticia social. La otra verdad es que con dinero o sin dinero podemos celebrar no la fecha, sino el más grande acontecimiento de la historia. Jesús el Cristo nació para ser bendición para la humanidad. “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…” (Juan 1:1-18). Debemos dar gracias a Dios por su salvación por medio de su Hijo Cristo Jesús.
Lee Lucas 2:1-7