“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía… Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden hacer nada… Mi Padre Es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos. Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.”

Juan 15:1-17

En este capítulo del evangelio de Juan, Jesús hace una exposición sobre lo que deben ser sus verdaderos discípulos. No sólo hace referencia a sus apóstoles, sino a todos los discípulos que logró formar mientras estuvo aquí en la tierra. Y pone las bases para que ellos hagan lo mismo y haya mucho fruto para el reino de su Padre, porque a Él le complace y es glorificado.

Esta declaración de Jesús se fue cumpliendo cuando Él ascendió al cielo, sus discípulos iniciaron la extensión del reino de Dios por medio de la predicación y de la enseñanza de todo lo que Jesús les había enseñado, el fruto se estaba produciendo en abundancia de tal manera que cruzó las fronteras de Israel, y hubo una tremenda explosión de conversiones a Jesús de las diferentes razas que formaban el gran imperio Romano.

La comisión de Jesús sigue en pie para nuestro tiempo, tenemos que hacer la obra del reino porque en eso Dios como Padre es glorificado y el alma de Jesús como dijera el profeta Isaías, quedará satisfecha.

Continúa…

Lee Juan 15:1-4