Después de esto, Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenas nuevas del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena y de la que habían salido 7 demonios; Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos.

Evangelio de Lucas 8:1-3

Interesante y sorprendente, el servicio que estas mujeres ejercían en el ministerio de Jesús. No solamente llamó a los doce apóstoles para que estuvieran con Él y lo acompañaran en el recorrido por ciudades, pueblos y aldeas en donde hacía sanidades, milagros y les hablaba del evangelio del reino y el cumplimiento de las promesas de Dios. Sino que también invitó a estas mujeres a unirse en su ministerio, las cuales estuvieron dispuestas a ejercer un servicio de apoyo a Jesús, con sus bienes y sus habilidades en lo que se requería, para que la obra de Jesús fuera continua durante más de tres años. Desde entonces, la obra de Dios ha requerido de la participación de las mujeres, quienes convertidas a Jesucristo han desempeñado una gran labor en el área misionera, servicio, social y de ayuda por medio de la medicina, educación, formación de nuevas líderes, en el discipulado de niños, de  jóvenes, de mujeres, aún de hombres, han apoyado en la consejería, en la predicación, participando en conferencias bíblicas en la localidad, en otras áreas del país. También han participado en otras actividades de servicio a comunidades, apoyando a otros líderes, misioneros, pastores, evangelistas. Ejercen su trabajo para el Señor en la iglesia local, en organizaciones regionales, nacionales y algunas en otros países.

Es maravilloso el testimonio de millones de mujeres que por amor a su Señor y Salvador Jesús le sirven con amor y fidelidad en cualquier país del mundo, inspiradas por aquel grupo de mujeres que apoyaron a su Maestro, Mesías, Sanador y Libertador, por gratitud, porque algunas de ellas eran esclavas de demonios o del diablo, otras sanaron de alguna enfermedad y otras por su fe en la obra de Cristo. Lograron su propósito de vida existencial.

Tu como mujer puedes servir a tu Salvador y Señor, hay mucho que hacer, encuentra tu ministerio o ejerce los dones espirituales o habilidad que el Espíritu Santo te ha otorgado. Eres muy necesaria en la obra de Dios. Demuéstrale tu gratitud y amor. Que así sea.

Lee Lucas 8:1-3