“Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.”

Carta a los Filipenses 3:10-11

La vida se mueve en base a motivaciones. Impulsos que dominan la vida y la proyectan hacia aspiraciones elevadas. Cada meta u objetivo es un desafío que sólo los que son fieles a esas aspiraciones lo logran con gran satisfacción.

El apóstol Pablo nos anima y desafía a tener metas superiores que como cristianos debemos alcanzar. Una de esa metas: es tener un conocimiento mayor de Cristo Jesús. No solo en teoría, sino un conocimiento mayor de su persona, lo cual debe ser muy personal, y experimental. Podemos hacerlo sabiendo más de Él por medio de la Biblia, por la oración como una conversación con Él y esperando la respuesta adecuada con paciencia, Él desea que lo conozcamos. Es maravilloso.

Otra meta es: una mayor identificación con Él como un discípulo, Él es el Maestro de maestros, aprender de Él en su actuar diario, en su conducta, en sus relación con sus amigos, en sus enseñanzas, en la forma de tratar con sus enemigos. Leer los Evangelios para saber todo esto es necesario e importante. No te arrepentirás, además desea ser nuestro Maestro de la vida, Maestro de nuestras emociones, quiere ser nuestro buen amigo. Pero se necesita una entrega total de parte nuestra.

Y una tercera meta es: la meta de un poder mayor en Cristo. Eso es maravilloso, confiar en su poder para restaurar vidas, lo hizo con hombres y mujeres y puede hacerlo con nosotros si se lo pedimos. Tener poder sobre la tentación que nos ofrece su enemigo el diablo, también nuestro enemigo, poder sobre el pecado, y poder sobre la muerte.

Si creemos que el resucitó de entre los muertos para gloria de Dios y para beneficiarnos a nosotros, porque un día enfrentaremos la muerte pero con la convicción de que así como Cristo vive, también nosotros viviremos o continuaremos viviendo al salir del cuerpo para estar con Él. Con gozo esperando la resurrección de nuestro cuerpo cuando el regrese a la tierra. Prosigámos a la meta con fe, determinación y esperanza en Cristo.

Lee Filipenses 3:7-11