En Lucas 10:29: “Pero él quería justificarse (un experto en la ley), así que le preguntó a Jesús: — ¿Y quién es mi prójimo?” —Jesús respondió narrando la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:30-35).
Se trata de un hombre judío asaltado por ladrones en el camino, los cuales se violentaron contra el hombre y lo dejaron muy herido. Por ese mismo camino transitaba un sacerdote que representaba el judaísmo, la religión de la nación de Israel la cual dentro de sus preceptos decía que debería amar al prójimo; el sacerdote pasó de largo sin ayudar al judío herido. Poco tiempo después, pasó por ahí un levita que representaba el servicio al templo y al culto para Dios por medio de la música, y no se detuvo a ayudar al hombre herido. Tan pronto desapareció en el camino, iba de camino un samaritano, enemigo de raza del judío violentado, pero este tuvo compasión y ayudó al herido, curó sus heridas y lo llevó al hostal de la ciudad y le dijo al dueño que cuidara de él mientras sanaba, le pagó sus servicios y le dijo que cuando regresara de su viaje lo vería, si le llegaba a deber algo más por su ayuda y servicio al herido, se lo pagaría. —Cuando Jesús terminó el relato Jesús le preguntó al Escriba experto en la ley de Moisés: ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? — Respondió el experto en la ley: “El que se compadeció de él. “ —Anda entonces y haz tú lo mismo— concluyo Jesús (vv. 36-37).
No se puede decir que se ama a Dios y no amar al prójimo, nuestro semejante, quien también fue creado por Dios y le puso su imagen como lo hizo con nosotros. Amar al prójimo es amar a Dios. Siempre que tengamos la posibilidad de ayudar a alguien que tiene cierta necesidad, debemos hacerlo. Jesús quien era semejante a nosotros nos dio el ejemplo, se compadeció de los pobres, de los enfermos, de las viudas y de todo aquel que lo necesitó. Hagamos también nosotros lo mismo, debemos compadecernos de los que sufren, de los infortunados y necesitados. Eso incluye a los creyentes que sufren escasez.
Lee Lucas 10:25-37