Un asunto que me llevó a considerar es también lo siguiente: Si nosotros los humanos fuimos creados a la imagen de Dios pero no fisicamente, ¿cómo es el rostro de Dios? Hago un paréntesis aquí:
Veamos lo que dice la experiencia de algunos personajes bíblicos sobre su experiencia personal con Dios:
El Señor le dice a Moisés: “Haré lo que me pides, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo.— Moisés insistió: Déjame verte en todo tu esplendor. Y el Señor le respondió:—Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. Pero debo aclararte, que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida.” Después Dios le dijo, cerca de aquí hay una roca, te pondrás en una hendidura, te cubriré con mi mano, hasta que haya pasado, retiraré la mano y podrás ver mi espalda. Pero mi rostro no lo verás (Éxodo 33:17-23). Así que, Moisés no pudo ver el rostro de Dios. —Lo mismo sucedió con el profeta Samuel, con el profeta Elías, con quienes habló cara a cara pero no pudieron contemplarlo.
En el Libro de Crónicas 16:11 Moisés nos recomienda: “Busquen al Señor y su poder; busquen su rostro continuamente.” El Salmista David en su oración dice: “El corazón me dice: busca su rostro. Y yo, Señor, tu rostro busco. No te escondas de mi” (27:8-9). Job le dice a Dios: “¿por qué escondes tu rostro de mi, y me cuentas por tu enemigo? (13:24).
Considero que esto tiene mayor énfasis a su presencia, cuando oramos estamos en su presencia pero no podemos verlo porque nuestra imaginación se queda corta para buscar ese rostro maravilloso de Dios. ¿Te has preguntado si el rostro de Jesús resucitado era igual al de Dios? Lo que si estoy seguro, es que los discípulos vieron el rostro de Dios en el Cristo resucitado, pero no en toda su gloria cómo está en el cielo o en su trono. Un día veremos su rostro como nos promete su palabra.
Continúa…