En todas las épocas de la humanidad siempre ha existido la inquietud del fin del mundo. En la clase pobre, entre los aborígenes, en las etnias de los países. Es un asunto que ha importado a muchos. Ahora, por los cambios climáticos, los avistamientos de ovnis, el sol y la luna con sus efectos sorprendentes, volcanes y terremotos, pandemias, conflictos entre naciones muy frecuentes y conflictos internos en varios países por la corrupción de los gobernantes y políticos, la proliferación exagerada del homosexualismo y una decadencia moral en todas las ciudades del mundo, más otros asuntos y experiencias nunca vistas por la humanidad del siglo anterior y todo esto en lo que llevamos de este siglo XXI.

En el capítulo 24 de Mateo los discípulos tenían esa misma inquietud y le preguntaron a su Maestro: ¿Cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo? Jesus mencionó las señales, estas están registradas en los capítulos 24 y 25 del Evangelio de Mateo y eventos mencionados en las cartas del apóstol Pedro y en algunas cartas del apóstol Pablo, en el libro de Apocalipsis. Estos pasajes, tomados en conjunto, nos dan esas señales a las que se refirió Jesús referente al fin de la era.

Él presentó estas señales: falsos Cristos, guerras, hambres, terremotos, persecuciones a sus seguidores por causa del evangelio, apostasía abandono de la fe en Él, traición y odio, falsos profetas, habrá tanta maldad que el amor se enfriará, pero el evangelio será predicado en todo el mundo para testimonio a las naciones y entonces vendrá el fin. Respecto a su regreso Jesús les dijo a los discípulos: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).

Debemos como creyentes en Cristo y en lo que leemos en la Biblia, estar expectantes del acontecer de cada día y darnos cuenta también de que los días se están acortando para el regreso de Cristo a esta tierra, participar en la evangelización y vivir en el temor de Dios, dando testimonio de nuestra fe.

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