Linda e inspiradora historia de la vida de estas dos mujeres registrada en el libro con el título de Ruth. Nohemí era una mujer israelita y Ruth una mujer moabita.

La vida de Nohemí se tornó muy triste, su esposo Elimelec decide dejar su tierra  por el hambre qu hay y no se ve solución alguna, toma a su familia para ir a vivir a la tierra de Moab, antiguo país del Norte, al este del Mar Muerto, (actualmente Transjordania) junto con su esposa Nohemí, y sus dos hijos Quilion y Majilon emprende el viaje. En tierra de Moab su hijo Quilion toma por esposa a una mujer llamada Orfa y Majilion a Ruth, ambas mujeres eran moabitas. A los pocos años de estar en ese país Elimelec se muere y Nohemí queda viuda, al poco tiempo se mueren sus hijos, una total desgracia y situación difícil. Nohemí habla con sus nueras, las cuales, aún no habían tenido hijos. Les dice que regresen a su pueblo, con sus respectivas familias; Orfa se va para regresar con los suyos, pero Ruth no quiere separarse de su suegra, la amaba, era una anciana. Ambas viudas viajan a Judá, a Belén la tierra de Nohemí. Estando ya en su tierra, Nohemí tiene que vender la propiedad, un terreno de su esposo a un pariente cercano para que sea redimido según la ley, el primer pariente no lo hace porque tiene que tomar a la esposa del difunto Majilon, por lo tanto otro pariente llamado Booz, redime la propiedad con el compromiso según la ley de tomar por esposa a la viuda Ruth. La tristeza de Nohemí se convierte en alegría. Es importante agregar, que Ruth la Moabita es la bisabuela del Rey David de cuyo linaje nació el Mesías Jesús. Dios cumple sus designios entretejiendo la historia de la gente, como es este relato; por lo tanto tenemos que aprender, que este libro histórico es un ensayo sobre la soberanía de Dios. Destaca la misericordia del Señor. Esta historia relata el final feliz que comienza con una escena de hambre, muerte y desconsuelo.

Todos los seguidores o discípulos de Cristo Jesús debemos saber y estar conscientes, de como nuestro Dios planeó la historia del pueblo de Israel,  descendientes del patriarca Abraham, de Isaac, de Jacob y que fueran bendecidos por un Mesías Salvador para que los redimiera de todos sus pecados. La promesa de Dios hecha a Abraham, de que en él, “todas las familias de la tierra serían bendecidas”, no solo a los judíos, sino también a los gentiles fuéramos bendecidos por este Salvador. Quien nació, vivió, murió y resucitó. Gracias a Dios porque nosotros en Cristo Jesús hemos alcanzado la redención, comprados con su propia sangre y herederos de la vida eterna. También un final feliz para nosotros los creyentes.     

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