Finalmente Asaf habla de los oprimidos, se refiere a los esclavos que en su tiempo era muy común y la esclavitud se dio por varios siglos hasta que llegó la emancipación. En la actualidad se da en otras regiones del mundo. La opresión es el acto de oprimir, sofocar, presionar, someter, ya sea a una persona, a un grupo, a una comunidad o a un pueblo. La opresión puede ser el uso de la violencia para demostrar “la autoridad”, los actos de tiranía. Es un término bastante asociado a los países, a los gobiernos represivos y totalitarios, a la sociedad, al padre tirano, al esposo iracundo, la trata de blancas, etc. Dios juzga y castiga la opresión al indefenso, a la mujer, a la raza, a los indígenas que no pueden mantener su identidad, a la exclusión social, a los perseguidores de sus creyentes, o seguidores de Jesucristo. El rey Salomón expresa: Luego me fije en tanta opresión que hay en esta vida. Vi llorar a los oprimidos, y no había quien los consolara; el poder estaba del lado de sus opresores, y no había quien los consolara ( Eclesiastés 4:1).

Nosotros como cristianos debemos defender a los oprimidos y denunciar a los opresores en nuestra área geográfica. Los profetas en el Antiguo Testamento hacían defensa, consolaban  y proclaman juicio contra los opresores gobernantes, sacerdotes, y ricos. Isaías profetizó que cuando viniera el Mesías daría libertad a toda opresión, porque además de lo mencionado, hay oprimidos por el diablo, y por otros males. Fue en la ciudad de Nazaret cuando Jesús leyó esta profecía: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año agradable del Señor” (Evangelio de Lucas 4:18-19). 

Nosotros podemos participar en este ministerio que realizó el Señor Jesús, compartir el evangelio, su palabra en favor de los oprimidos por el diablo, oprimidos por la religiosidad aberrante y supersticiosa, por los esclavizados en los estupefacientes, en el alcoholismo y en otros males. Solo en Cristo el hombre puede alcanzar la libertad. Seamos compasivos como Él y nos sentiremos satisfechos de imitarlo y ser usados por el Espíritu de Dios, con el huérfano, el desvalido, el pobre y el oprimido.

Lee Lucas 4:16-21