Salmo 80 de Asaf

El salmista clamaba por un pastor que los ayudara y el Mesías es la ayuda. Jesús dijo: “yo soy el buen pastor y mis ovejas oyen mi voz.” Ciertamente, Dios cuidó del pueblo de Israel y ellos lo abandonaban en repetidas ocasiones; cuando se arrepentían los perdonaba y los restauraba. Cuando Dios se encarnó, tomando forma de hombre en la persona de su Hijo Jesús, los judíos, como sus antepasados que rechazaban a Dios a pesar del llamado que Él hacía por medio de los profetas, volvieron a rechazarlo a pesar de las evidencia que vieron de que Él era el Hijo de Dios, el hijo de David, el Mesías prometido y Salvador de todas las naciones. Pidieron su muerte a los paganos gentiles que lo crucificaran.

Nosotros como los judíos necesitamos del buen Pastor, porque somos como ovejas y fácilmente nos descarriamos. Jesús desea ser nuestro Pastor y traernos a su redil, para llevarnos a pastos verdes para tener descanso y darnos de las aguas cristalinas para que mitiguemos nuestra sed existencial. Sed que no se mitiga con enseñanzas filosóficas, en el que el razonamiento no llega a saciar o a satisfacer, porque llega a un punto en el que ya no hay respuestas. Lo mismo podemos decir de la ciencia, llega al clímax de sus investigaciones e inventos y no logra descifrar las interrogantes del hombre. Solo el que nos creó tiene la respuesta y esto se adquiere por medio de la fe en Cristo Jesús el buen pastor. Como ovejas extraviadas lo necesitamos, Él está dispuesto a rescatarnos, mediar entre nosotros y Dios para que nos otorgue su perdón por nuestro sincero arrepentimiento, su amor es único que nos brinda el Pastor en el cual no nos hará falta nada.

Los judíos de su tiempo y los judíos de cada siglo lo rechazaron, no hagas lo mismo, tampoco te demores, decídete, Él salvará tu alma y te restaurará a una vida diferente y te dará vida eterna con Él.

Lee Juan 10:25-30