“Por eso, el Señor mismo les dará una señal: la joven concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel.”
Isaías 7:14
El profeta Isaías se dirige al rey Acaz, quien reinaba en Judá para animarlo porque los reyes de Israel (10 tribus) y de Siria estaban planeando atacar la ciudad de Jerusalén. Dios le dijo que le dijera al rey de Judá que tenga cuidado y no pierda la calma; que no tema a Rezin el sirio, ni Pecaj hijo de Remalias, que no se descorazone” (7:4-25). La salvación vendrá y “la señal será el nacimiento de Emanuel, porque cuando el niño sepa escoger lo bueno y rechazar lo malo, la tierra de los dos Reyes que tú temes quedará abandonada” (v.15). El niño era el hijo de Acaz que estaba a punto de nacer, su nombre Emanuel, nombre simbólico del hebreo (Immanuel) que significa Dios con nosotros o Dios está con nosotros o nos acompaña. Esta profecía se cumple para ellos en su tiempo.
En el capítulo 9 del libro de Isaias esta promesa se aplica también al nacimiento del Mesías o Cristo, (9:1-7) “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz. Se extenderá su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará acabo el celo del Señor Todopoderoso” (vv. 6-7).
En esta semana se recuerda la muerte y resurrección de Jesús el Mesías (Jesucristo), aunque este tiempo es una actividad de convivencia familiar para muchos, para los verdaderos seguidores de Cristo es solamente reconocer que Dios se hizo humano para ser Salvador de la humanidad y dar gracias por este acontecimiento.
Lee Isaias 7:4-25