El apóstol Pablo después que consideró la antigua vestidura que llevamos puesta y la nueva vestidura que recibimos de Dios cuando creímos en Cristo y lo aceptamos como nuestro Salvador y Señor, continúa el apóstol a considerar ciertas actitudes con las cuales aquellos cristianos de Efeso tenían, así como nosotros sucumbimos ante esos mismos vicios.
Esta es la lista de estas actitudes: el enojo que si no se controla se convierte en ira sin control y ofendemos a quienes amamos, o en el trabajo y nos causa problemas. El robo una práctica que puede causarnos que la gente pierda la confianza en nosotros, aún más lamentable es que puede causarnos demandas judiciales, embargo de nuestros bienes o conducirnos a la cárcel. Señala que los creyentes en Cristo no debemos hablar obscenidades, sino palabras de cordura, sabias, de enseñanza o edificación a los que nos oyen. No se debe agraviar al Espíritu Santo, Él es nuestro sello de que somos hijos de Dios y salvados por Cristo (Efesios 4: 26-30). Continúa señalando otros elementos nocivos que afectan nuestra conducta, como son: “la amargura, la ira, el enojo, gritos y calumnias, toda forma de malicia.” Tales elementos son nocivos a nuestra persona, afectando a otros creyentes o no creyentes afectando nuestro testimonio y que la gente haga señalamientos contra el evangelio. Mejor la práctica sincera, ”de ser bondadosos, y compasivos unos con otros, y perdonando las ofensas mutuamente, así como Dios los perdonó a ellos y nos perdonó a nosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32).
La nueva vida que tenemos por nuestra relación con Cristo, es muchísimo mejor que la que teníamos antes de conocerlo. Es difícil ser como Él, si lo es, si dependemos de nosotros mismos, debemos depender de su Espíritu que nos fue dado y Él nos ayudará a madurar en nuestra fe, creceremos en todos los aspectos de nuestra persona o de nuestra vida. ¿Vale la pena el esfuerzo? Si lo vale, esa vida victoriosa es muy linda y agradable porque nos parecemos a Jesús el Señor. El, nos da esperanza en medio de las circunstancias que estamos viviendo, no son fáciles de sobrellevar, porque vivimos en constante riesgo al salir de casa, también en el trabajo o cualquier otro lugar al que vamos por necesidad. El nos apoya en en la enfermedad con su presencia, sanamos según la voluntad del Padre celestial, pero la presencia de Cristo a nuestro lado produce en nosotros consuelo, fortaleza y sanidad o nos lleva con Él al cielo. Vivamos en la esperanza que nuestro futuro está en las manos de Dios.
Lee Efesios 4:25-32