“Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilio consigo mismo…”

2 Corintios 5:18

El Apóstol Pablo al escribir esta carta, establece para los seguidores de Cristo el ministerio de la reconciliación. Para que la iglesia local donde quiera que se encuentre, debe ser participante eficaz en este ministerio de reconciliar a los no creyentes o no seguidores de Cristo con Dios. Que tengan la oportunidad de oír de Él, de su vida, ministerio y sacrificio en la cruz en favor de todo ser humano por amor. Dios siempre ha amado al hombre (Juan 3:16), pero su ira estaba sobre su rebeldía y desobediencia. Una enemistad irreconciliable por causa de sus pecados. La única manera de resolver este gran problema, el destino eterno del ser humano era una reconciliación con Él, no por méritos del hombre que jamás podría lograrlo; Dios lo hizo por medio de su único Hijo al ser sacrificado. Por lo que el hombre debe creer en esta muerte de Jesús, la cual es suficiente para lograr tener paz con Dios, ya que su sangre derramada, es única para el perdón o limpieza de los pecados.

La victoria de Cristo en la cruz sobre el pecado, el Diablo y la muerte, es nuestra victoria cuando somos justificados, declarados sin culpa, habiendo sido perdonados. La resurrección de Jesús nos da la seguridad que, así como Él vive también nosotros tenemos vida nueva y la seguridad de la vida eterna. A nosotros nos corresponde proclamar esta reconciliación.

Lee 2 Corintios 5:17-21