Hay historias que uno lee, las cuales son muy tristes. La enajenación espiritual de una persona es muy lamentable. Jesús de Nazaret nos cuenta esta historia la cual está registrada en el Evangelio de Lucas 11, comienza en el versículo 24 al 28 . . . Este hombre tenía un demonio y había sido liberado de ese espíritu. El demonio anduvo buscando donde entrar y no encontró lugar. Se decidió buscar al hombre para volver entrar en él, encontró su alma limpia y adornada pero vacía. De manera que el espíritu malo fue y reunió a otros 7 espíritus peores que él, volvió y entró junto con los otros espíritus al alma del hombre, el estado del hombre fue peor que al principio.
La posesión maligna es terrible, y lo logran, porque el Espíritu Santo no está en el interior de esa persona. Al ver a esa o más personas se observan que parecen normales, pero hay en ellos maldad, como los asesinos, los adictos, los que odian, los que tienen comportamiento anormal. Rechazan la verdad de Dios y la persona de Cristo.
Es una verdad fundamental que el alma de un ser humano puede quedar vacía. No es suficiente combatir los malos pensamientos, malos hábitos y viejas costumbres anormales y dejar el alma limpia, pero vacía, el hombre de la historia estaba en esta situación, el alma vacía está en una situación vulnerable y en peligro. El apóstol Pablo recomienda a los Efesios (5:18) “…sed llenos del Espíritu Santo.” Así que no es suficiente conjugar el mal debe entrar Jesucristo como Salvador y Señor para tomar el control por medio de su Espíritu.
Continúa…
Lee Lucas 11:24-28