El escritor Lucas en su Evangelio dice respecto a Jesús: Después de padecer la muerte, se les presento dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios”. Les dijo a sus seguidores: “Esto es lo que está escrito: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día, y en su nombre se predicará el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas. Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto”. (Lucas 24:46-49) Lucas repite esta promesa de manera más amplia en su libro Hechos de los Apóstoles capítulo 1: 4-8.

El temor, el asombro de la resurrección de Jesús el Cristo, había concluido. Los timoratos apóstoles y discípulos de él, estaban ya convencidos, del propósito de la muerte de su Maestro y de su resurrección. La salvación del hombre lo había logrado con ese sacrificio cruento infligido por los soldados romanos a petición de los líderes religiosos. Jesús estaba a punto de terminar su obra en la tierra y regresar al cielo para ser entronizado a la gloria que tenía antes con su Padre. La promesa que les hizo en ese encuentro se cumplió a los cuarenta días que él se fue. Ese advenimiento del Espíritu Santo, con un fuerte ruido; violenta ráfaga de viento, lenguas de fuego y la manifestación de lenguas conocidas por los asistentes que escucharon la palabra de Pedro, explicándoles la muerte del Mesías y su resurrección. Y ellos reconocieron a Jesús como el Mesías y fueron bautizados.

¡Maravilloso! Desde entonces todos los seguidores experimentamos el bautismo del Espíritu, regenerándonos, sellándonos como propiedad de Dios y dotándonos de dones para servir al Rey de Reyes, Jesucristo el Salvador. Dios siempre cumple sus promesas, para gloria suya y de su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo.

Lee Lucas 24:36-49 Hechos 1:3-8