“Confíen en el Señor para siempre, porque él es una Roca eterna.”

Isaías 26:4

El profeta Isaías es uno de los profetas más prominentes del Antiguo Testamento de la Biblia. La revelación que recibió de parte de Dios es maravillosa, elocuente y eficaz para todo hombre y mujer que lo lea  en toda época. El capítulo 25 desarrolla un cántico de alabanza y júbilo al Señor por sus obras en favor de su pueblo, provocando celos en las naciones gentiles. En el capítulo 26 el profeta presenta otro cántico de confianza por los favores de Dios. El profeta hace una observación pertinente y enfática de que el pueblo de Israel, toda persona que lo forma aún los más devotos y justos han incurrido en pecar contra Dios en sus diferentes formas y lo más lamentable fue buscar en los ídolos la ayuda que necesitaban y darles culto, pero ello fueron incapaces de salvarse a sí mismos del mal y es igual para toda nación o pueblo sobre la tierra, todos los seres humanos hemos incurrido en revelarnos contra Dios. Pero la salvación final para Israel  solo puede proceder de un Salvador, el Mesías divino y humano. Este Emanuel nacido de una Virgen, que es el poderoso Rey mismo y la Roca de salvación.(Isaías 9:1-7; 11:1-10) El es nuestro Señor y Salvador.

Confiar siempre en el Señor es una virtud del creyente que se sujeta a la voluntad de Dios de una manera coherente, sincera y verás. Porque la salvación sólo puede proceder de Él, así como la paz y el gozo verdadero lo cual se produce por el perdón de nuestros pecados y nuestra fe en Él como Dios, Señor, Mesías y Salvador. Acudir a Él, nos es necesario para sentirnos bien, sin culpa y ser restituidos a buena relación con Dios. Entonces brotará de nuestros labios un cántico de alabanza y gratitud porque Él se lo merece. Confía en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo la Roca Eterna.

Lee Isaías 26:1-8