Marcos relata la situación de un hombre paralítico, sus amigos sabían de los milagros y sanidades que realizaba el Maestro de Galilea y le informaban a su amigo. Un día Jesús regreso a la pequeña ciudad de Capernaum, los cuatro amigos del paralítico lo animaron para llevarlo a la casa donde Jesús estaba enseñando, el paralítico se entusiasmó y lo llevaron, dice el relato que no había manera de entrar a la casa, por lo que estos cuatro amigos se atrevieron a subir al techo a su amigo, quitaron las tablas, el barro sobre de ellas cubierta de palmas hicieron una abertura y ataron la camilla con cuatro cuerdas la bajaron para que la camilla quedara en el centro de la sala donde Jesús estaba. Marcos dice, que Jesús se admiró de la fe de estos hombres y mirando al enfermo le dijo “tus pecados te son perdonados”, la crítica de los religiosos no se dejó esperar, porque ellos consideraban que era una blasfemia que Jesús usurpara el lugar de Dios, porque solamente Él puede perdonar pecados, a lo que Jesús les dijo: díganme qué es más fácil hacer, perdonar sus pecados o sanarlo. Ellos no le respondieron, Jesús volvió a la carga, “pues para que sepan que yo el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados, le dijo al paralítico: “levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.” Sus enemigos quedaron pasmados y la gente asombrada de que Él tuviera poder para perdonar pecados y la obra maravillosa de hacer el milagro en favor de aquel hombre a quien  ellos conocían de la enfermedad que sufría.

Cuando acudimos a Jesús porque le hemos fallado, nos hemos avergonzados por conveniencia de ser sus seguidores, esto es pecado de deslealtad igual o parecida a la negación del apóstol Pedro, él se arrepintió y fue perdonado, si nosotros nos arrepentimos también Cristo Jesús también nos perdonará, cuando nuestros pecados ofenden a Dios y nos arrepentimos, Jesús es nuestro abogado e intercede por nosotros para que seamos perdonados. No lo olvides acude al Señor y tus pecados serán perdonado, Dios también es tu sanador.

Lee Evangelio de Marcos 2:1-12